jueves, 23 de abril de 2009

Querido Nadie

Aquella noche Ricardo no podía dormir.


Se despertó de la cama una y otra vez, tenía que desprenderse de todos esos pensamientos que no le dejaban dormir. Héctor ya no estaba a su lado y su ausencia dolía tanto, que no podía evitar llorar en silencio, cuando nadie le escuchaba y rebuscar alguna fotografia que le recordara que aún seguía estando allí desde la distancia.

Precisamente esa noche decidió coger su boligrafo de la suerte y aquel cuaderno de momentos perdidos, y escribió una carta hacia un pasado que pretendía borrar para siempre. Al terminar fue hacia su escritorio, guardó todos esos escritos y se prometió darse una nueva oportunidad ya que " solamente el dolor merece ser sucumbido ante los encantos del sufrimiento para extraer la moraleja correcta ante las endorfinas del propio placer interno, personal y de superación extrasensorial de todo los seres humanos"


Querido nadie:
A veces me arrepiento de no haber lanzado al cielo la última palabra que prometí no decir, pero entiéndeme, es francamente difícil vivir sin tus recuerdos insensatos, sin aquel pretérito abrazo que convirtió mis ilusiones en esperanzas y que acabó fraguando en el olvido.

Si alguien me amó con mentiras y no con hechos, ese fuiste tú, ya que no podías demostrar tanto amor en un sólo verso, pero si un sufrimiento en toda una vida. Me besabas cada noche acariciando mis silencios y analizando mis sonrisas, ¡lástima que sea el tiempo y no tus miradas quién acabara sentenciando este amor tan cauto de expresión y de sentimientos que concluirían meses más tarde en horas de extensa charla paulatina, pidiéndome perdón!.


La belleza sólo fue un pretexto a tu intelecto vacío, tan vacío como el aroma que se ha quedado conmigo. Me arrepiento don nadie, me arrepiento de cada noche que pude pasar contigo, aunque al irme junto al fuego, aún te siento distraido como el que añora lo perdido y se conforma con llegar a ser un farsante agradecido...

Fuimos lo que fuimos, y aunque sé que jamás sentirás como sentí aquella despedida; que nunca besarás unos labios más dulces y calientes que los míos, que cada Nochebuena brindarás con el champagne de la traición tomando las uvas del egoísmo y del perdón, al lado de un adonis que te doblará la edad pero no la capacidad de soñar, me limito a desearte mucha suerte. A mí me irá bien, lo sé, porque conociendo la figura del amante bandido descubrí que llegué a convertirme en la figura de alguien que jamás pensará en los momentos vividos, contigo.